Jueves Santo al atardecer. Unos voluminosos faroles, teñidos en caoba y luto, se van abriendo paso entre la silenciosa multitud. Detrás, Bizancio en forma de paso de palio, cobija y protege a los Ángeles sevillanos.
Unas paredes lloran lágrimas de soledad. Santa Catalina suspira por no abrir su puertas más, para ver salir a su cofradía de "Los Caballos". Señora de Lágrimas cristalinas. La que durante el año duerme en San Román, y en primavera despierta en los Terceros.
Victoria de Cigarreras, cuánta historia encierra ese nombre, cuánto amor te tiene Sevilla, que llorando vas lágrimas de sangre, tras el Hijo azotado y maniatado.
Getsemaní es Sevilla. Cuando cada tarde de Jueves Santo, nuestro Señor va orando en el Monte de los Olivos, y el Ángel lo va confortando. Y Ella es luz, sinfonía, alegría... Ella es, toda la Feria.
Jesús es descendido de la Cruz. Llega la noche en la Plaza de la Magdalena, y no se oye ni un suspiro ni un lamento. Sólo se oye el rachear del costalero, y los gemidos de una madre rota, asida a la cruz del madero.
Qué tan sobrehumano eres, que te clavaron una corona de espinas, y ni el gesto se te transformó en dolor y muerte. Subiendo ya vas al Calvario y todos lloraremos contigo, en este Valle de la vida.
Sangre jaenera correrá por tus venas, cuando ese genio llamado Martinez Montañés, a Ti te esculpiera. Eres nuestro Padre del Salvador celestial. Sonidos de alabanza vuelven a acompañar a María, que en su Merced, va detrás del que para muchos siempre será... el Nazareno de Sevilla.
Unas paredes lloran lágrimas de soledad. Santa Catalina suspira por no abrir su puertas más, para ver salir a su cofradía de "Los Caballos". Señora de Lágrimas cristalinas. La que durante el año duerme en San Román, y en primavera despierta en los Terceros.
Victoria de Cigarreras, cuánta historia encierra ese nombre, cuánto amor te tiene Sevilla, que llorando vas lágrimas de sangre, tras el Hijo azotado y maniatado.
Getsemaní es Sevilla. Cuando cada tarde de Jueves Santo, nuestro Señor va orando en el Monte de los Olivos, y el Ángel lo va confortando. Y Ella es luz, sinfonía, alegría... Ella es, toda la Feria.
Jesús es descendido de la Cruz. Llega la noche en la Plaza de la Magdalena, y no se oye ni un suspiro ni un lamento. Sólo se oye el rachear del costalero, y los gemidos de una madre rota, asida a la cruz del madero.
Qué tan sobrehumano eres, que te clavaron una corona de espinas, y ni el gesto se te transformó en dolor y muerte. Subiendo ya vas al Calvario y todos lloraremos contigo, en este Valle de la vida.
Sangre jaenera correrá por tus venas, cuando ese genio llamado Martinez Montañés, a Ti te esculpiera. Eres nuestro Padre del Salvador celestial. Sonidos de alabanza vuelven a acompañar a María, que en su Merced, va detrás del que para muchos siempre será... el Nazareno de Sevilla.
Sergio Marchal.